Los Niños y la Ansiedad
Atendiendo a Los Niños en Crisis
Recientemente, la revista Reader’s Digest, publicó una lista de palabras añadidas a nuestro vocabulario diario desde que el mundo comenzó a batallar contra el virus COVID-19. La lista incluye las palabras pandemia, salud pública, EPI (siglas para equipo de protección individual), distanciamiento social, cuarentena, aislamiento, sin contacto, bajar la curva, entre otros términos. Junto a este vocabulario revisado vino una nueva realidad llena de incertidumbre, inestabilidad e interrupción. Y con la “nueva normalidad”, las estadísticas indican que ha habido un incremento en los trastornos emocionales.
Mientras nuestro mundo continúa batallando contra el virus y buscamos regresar a la normalidad, debemos ser conscientes de que muchas personas, incluyendo niños, sufren de desafíos emocionales permanentes como resultado de este período. Para la iglesia, esto representa una tremenda oportunidad para colaborar con las familias y servir a los niños. Para los niños, el cambio puede estar acompañado de miedo y ansiedad. En un período caracterizado por las interrupciones en la educación, el aislamiento de los amigos y familiares, y una crisis de salud en sus comunidades y hogares, los niños a quienes servimos probablemente experimentaron algún nivel de ansiedad durante este período.
Si la ansiedad no es atendida, puede afectar a los niños mental, física, espiritual y emocionalmente. Su impacto puede ser a corto plazo o durar toda la vida. Los trastornos causados por la ansiedad incluyen ansiedad por la separación, fobias, ansiedad social y trastornos de pánico. Los niños que sufren de ansiedad pueden sentirse inútiles o tristes, temerosos o preocupados, irritables o enojados. La buena noticia es que podemos ayudarlos a superar la ansiedad y el estrés, cualquiera que sea la situación.
Aprenda a detectar las primeras señales Una de las herramientas más valiosas para combatir la ansiedad en los niños es detectar las primeras señales. Estos síntomas se manifiestan de manera diferente en cada niño, pero podrían incluir el cansancio, dificultad para dormir o concentrase y preocupación excesiva. Algunas señales externas incluyen comerse las uñas o estar inusualmente inquieto. Otra cosa que debe considerar es la edad del niño. Los más pequeños no saben el vocabulario necesario para expresar su ansiedad; por lo que manifestarán la ansiedad con berrinches frecuentes, agresión o ataques de crisis. Por lo general, los niños más grandes manifiestarán la ansiedad mediante gestos de irritabilidad y aislamiento.
Rutina
Otra buena manera de ayudar a los niños que luchan contra la ansiedad es estableciendo rutinas y estructura. Si los niños saben lo que se espera o anticipa de ellos, se sentirán más tranquilos y seguros. Establezca un horario en su hogar o en su ministerio. De ser posible, publique el horario en un área visible. Aunque tal vez no siempre podrá mantener el horario o el orden exacto; no obstante, ayudará a proveer una estructura que el niño pueda seguir.
Escuche
Es esencial que se conecte con sus niños con frecuencia para saber cómo están. Escúchelos cuando expresan sus sentimientos, y no los interrumpa ni corrija mientras hablan. Comparta alguna ocasión en la que usted experimentó ansiedad y cómo lo superó. Incluya métodos espirituales (oración, devoción, meditación) y prácticos (buscar el silencio, escribir en un diario, dibujar) para superar la ansiedad. Pregúntele a los niños cómo puede usted apoyarlos o ayudarlos, y deles seguimiento siempre que le sea posible.
Destrezas para superar
Cuando los niños se sienten abrumados por sentimientos de ansiedad, tenemos ante nosotros el reto de calmarlos. Enséñeles algunos mecanismos para superar la ansiedad. En el hogar, enséñeles a respirar profundamente varias veces, a contar hasta cien, buscar un lugar tranquilo para concentrarse o sostener algo familiar como un peluche, una frazada o un juguete suave. En la iglesia, establezca alguna señal que el niño pueda usar para comunicarle que está ansioso; ofrézcale distintas actividades para participar con el grupo más grande (como colorear o armar un rompecabezas), o asígnele un compañero para que trabaje exclusivamente con él/ella durante la clase o el tiempo de ministración.
Estímulo
Estimule a los niños a redefinir sus sentimientos negativos en positivos. Cuando un niño manifieste un comportamiento de ansiedad, pregúntele, “¿En qué estás pensando?” Cuando él/ella comparta sus preocupaciones, recuérdele las distintas maneras en que puede superar sus sentimientos. Como el líder espiritual en sus vidas, recuérdeles las promesas bíblicas. Por ejemplo: Deuteronomio 31:8; Salmo 94:18, 19; Proverbios 12:25; Mateo 6:25-34 y 1 Pedro 5:7.
Busque ayuda Si el niño manifiesta un nivel de ansiedad persistente o debilitante, tal vez sea necesario buscar la ayuda de un profesional de salud mental. Las señales de que este tipo de intervención pudiera ayudar incluyen la incapacidad del niño de cumplir con tareas rutinarias, no querer participar en actividades que los niños por lo general disfrutan, y la pérdida de sueño o apetito.
El impacto de una crisis
Por el Dr. Morais L. Cassell, PhD, NCC, MA, MS, especialista/terapeuta de salud cognitiva
Durante una crisis es importante procurar que los niños/jóvenes estén bien. ¿Por qué?
Las crisis (pandemia COVID-19, pérdida/duelo, desplazamiento académico/escolar, recesión económica, realidades raciales, ausencia de culto presencial) pueden ser traumáticas para los niños/jóvenes y dejar huellas invisibles en su cerebro, mente, cuerpo y emociones.
“Las experiencias traumáticas/abrumadoras afectan al desarrollo del cerebro, la mente, y el cuerpo, los cuales están estrechamente interrelacionados”. – Bessel A. Van der Kolk, MD “El trauma no solo daña el cuerpo y las emociones de los niños, también hiere el alma, asesina el alma”. – Leonard Shengold, MD
“El trauma desatendido conduce a problemas de conducta internalizados (inseguridad, síndromes, depresión, ansiedad, quejas somáticas, distanciamiento de Dios/fe) y externalizados (agresión, delicuencia, destrucción de propiedad, hipersexualidad), o síntomas traumáticos”. – Dr. Morais Lee Cassell, especialista/terapeuta de salud mental
Esté alerta a los cambios como los sentimientos/comportamiento, hábitos alimenticios, problemas para dormir, caída de pelo, dificultad para concentrarse, distanciamiento, ira/frustración, falta de motivación, etc.
Obispo Dr. Shaun McKinley
DIRECTOR INTERNACIONAL DEL MINISTERIO DE NIÑOS