Sobre nosotros
Iglesia de Dios de la Profecía
Nuestra historia
El movimiento de la Iglesia de Dios comenzó hace más de cien años atrás en el corazón de creyentes fervorosos que vivían en las montañas rurales del condado Cherokee, Carolina del Norte. Seguido de un avivamiento donde hubo muchos milagros en una escuela cerca de los Campos del Arroyo en el 1886, una pequeña congregación formó la “Unión Cristiana” con el propósito de orar y estudiar las Escrituras.
La Iglesia de Dios de la Profecía es un cuerpo vibrante de creyentes a nivel mundial, unido en la adoración, que trabaja mano a mano para compartir el amor de Dios y el mensaje de esperanza para los quebrantados de corazón. La Iglesia de Dios de la Profecía tiene más de un millón y medio de miembros que adoran en más de 10,000 iglesias o misiones en 135 naciones del mundo. Casi el 90% de nuestra membresía global está fuera de Norteamérica.
Desde sus inicios, la Iglesia de Dios de la Profecía ha basado sus creencias en “toda la Biblia correctamente dividida”.
Preguntas frecuentes
¿Cómo obtuvieron el nombre "Iglesia de Dios de la Profecía"?
¿Cuál es el significado y la función del pacto de la Iglesia?
¿Qué representa la bandera de la Iglesia?
¿Qué representa el logo de la iglesia?
¿Sostienen otros escritos como iguales a la Biblia?
¿Es la membresía en la Iglesia de Dios de la Profecía necesaria para la salvación?
Estructura
La estructura organizacional de la Iglesia de Dios de la Profecía existe y opera en tres niveles interdependientes —internacional, nacional/regional/estatal y local.
El nivel local
Las iglesias locales son dirigidas por un pastor cualificado y licenciado, nombrado por el respectivo supervisor que trabaja en cooperación con el cuerpo local. El pastor sirve como el líder espiritual y administrativo de su congregación y busca la dirección de Dios para pastorear el redil.
El nivel nacional/regional/estatal
El nivel internacional
La Asamblea Internacional
Las Asambleas Internacionales atienden asuntos de revelación bíblica al igual que las preocupaciones de práctica internacional y provee el vehículo para que el movimiento corporativo reciba dirección como una familia eclesiástica. Durante la semana de este evento, abierto para todos, todo miembro tiene igual voz en los procedimientos de negocios, y también de ser enriquecido por la diversidad de ministerios alrededor del mundo llenos del Espíritu.
Se están llevando a cabo esfuerzos, en todos los niveles organizacionales de la Iglesia para retener una flexibilidad dinámica de forma tal que se evite el estancamiento. Sabemos que en sociedades cada vez más complejas y cambiantes, la habilidad para permanecer siendo relevantes a las necesidades de las personas depende de la habilidad para responder al cambio en la sociedad, de manera positiva sin comprometer la verdad. Reconocemos que nuestro Dios es dinámico y no estático; Él es un Dios que se mueve y actúa en los negocios de la humanidad. Estamos comprometidos a ser un pueblo móvil y peregrino que se mueva cuando Él se mueve y que se detenga cuando Él se detiene. Por lo tanto, las estructuras organizacionales descritas a continuación están sirviendo a nuestra misión, pero están sujetas a ser revisadas según el Espíritu Santo lo dicte.
Membresía
Membresía
¿Promete usted sinceramente en la presencia de Dios y estos testigos que acepta esta Biblia como la Palabra de Dios, creer y practicar sus enseñanzas correctamente —el Nuevo Testamento como regla de fe y práctica, gobierno y disciplina, y andar en la luz a su mejor conocimiento y habilidad?
La membresía de la Iglesia denota aceptación, lo cual es una necesidad básica para cada nuevo creyente. El liderazgo ministerial y la Iglesia deben procurar darle un sentido de pertenencia a sus miembros. La Iglesia también aboga para que los nuevos miembros sean colocados en un proceso de discipulado eficiente y continuo por el pastor e iglesia local (Hechos 2:42), un proceso que incluya crecimiento y discipulado, y los ayude a madurar (2 Pedro 3:18), descubran los dones espirituales, los cuales se ejercen a través de ellos para la edificación del cuerpo de Cristo (1 Corintios, capítulos 12, 13, 15), y para aprender a hacer discípulos de otros (Mateo 28:19, 20). A medida que seguimos en la cosecha, el programa de discipulado extensivo requiere gran sabiduría y amor de parte del liderazgo y de todas las personas que ayudarán a nuestros miembros a madurar en Cristo.